Apenas habían cabalgado una hora cuando ya no se veía Isengard. Se dirigían hacia el folde oeste, como había propuesto Esdaleon.
- Qué paisaje tan bonito, - exclamó Tuilere acariciendo la crin de Noche.- Hacía días que no viajábamos por una zona tan hermosa.
- El Folde Oeste es imprevisible. -Contestó Lassemalinë.- Abarca desde el río Isen hasta la frontera occidental del Folde.
- Y tan imprevisible, cerca de aquí se dio lugar la batalla del Abismo de Helm, no es así? - Preguntó Isilya.
- Así es, - Respondió Imdralis, - Te refieres a la batalla de Cuernavilla. En la que los rohirrim, aprovechando el Abismo de Helm como fuerte defensivo y bajo las órdenes del Rey Théoden derrotaron a las fuerzas de Saruman. De poco le sirvieron los Uruk-Hai contra los guerreros a caballo.
- Pues no le servirían de mucho, - dijo Gwirdyon,- pero sentó las bases de una nueva especie de guerreros. Porque Tserleg era medio Uruk-Hai medio humano. Y esa bestia que os atacó en Isengard, sólo Eru sabe lo que era, y puede que ni él.
Callaron durante unos minutos y siguieron cabalgando. Pero en seguida volvieron a romper el silencio.
- Y, ¿quién manda en esta zona? -Preguntó Tuilere, con curiosidad.
- Pues el Mariscal de la Marca Oeste. -Contestó Lassemalinë.
- ¿Y cómo se llama? Es por saberlo, por si tenemos que pedirle ayuda. -Participó Gwirdyon.
- Su nombre es Erkenbrand-contestó Lassemalinë.- es un Hombre de Rohan, señor del Folde Oeste y de Cuernavilla, afamado guerrero.
- ¿Qué hizo para ser tan afamado? - Preguntó Esdaleon.
- Pues, -contestó Lasse -comandó los ejércitos de Rohan en la Segunda Batalla de los Vados del Isen. Reagrupó a sus fuerzas después de la batalla y retornó al Abismo de Helm a tiempo de completar la derrota de las huestes de Saruman en la Batalla de Cuernavilla. Tras el funeral de Théoden, cuando Éomer reorganizó el reino, fue nombrado Mariscal de la Marca Oeste.
- Caray, qué lección de historia. - Dijo Walo y bostezó. -Supongo que no tendremos que cabalgar por esas montañas de ahí, ¿verdad?
- Esas montañas son las Ered Nimrais, también conocidas como Montañas Blancas, y si queremos llegar Minas Tirith tendremos que seguirlas, al menos durante parte del trayecto.
- Entonces, -dijo Esdaleon, - ¿esas montañas ya no pertenecen al reino de Rohán?
- Efectivamente, esta cadena montañosa pertenece a Gondor. Y sirve de frontera entre los dos reinos. - Explicó Lasse.- De hecho, durante la tercera edad, estas montañas se convirtieron en lugar de emplazamiento de varios refugios de los Rohirrim y de los Hombres de Gondor.
- ¿Fue en estas montañas en las que el rey Elessar invocó a los espectros, no es así? -Preguntó expectante Tuilere.
- Así es, pues los Senderos de los Muertos atraviesan estas montañas.- Contestó una vez más Lasse. Tuilere hizo un gesto de repugnancia.- No temas, aquella deuda ya quedó saldada y los muertos están donde tienen que estar.
Siguieron cabalgando un rato más. De repente Esdaleon dio un grito y estuvo a punto de perder el equilibrio sobre el caballo. Todos pararon inmediatamente. Walo, que estaba a su lado, lo sujetaba con una mano como podía mientras hacía lo imposible por sostenerse a sí mismo. Isilya dio la vuelta con su corcel y se acercó hasta Esdaleon, que se retorcía de dolor. Enumanus se quedó junto con Lassemalinë e Imdralis en la cabeza de la compañía. Tuilere y Gwirdyon también se acercaron para ver qué ocurría. Cuando llegaron estas dos últimas Walo e Isilya habían ayudado a Esdaleon a bajar del caballo y lo habían sentado en el suelo e Isilya le estaba retirando el vendaje para comprobar el estado de la herida.
- ¿Qué te ocurre? - Le preguntó Tuilere.- Creí que tu herida estaba curando bien.
- Y así era. -Contestó Isilya.- La infección había remitido y no había calentura. No entiendo esta reacción. De repente su hombro se ha vuelto a inflamar y le arde esa zona.
Gwirdyon acercó su mano al lugar de la herida y Esdaleon hizo una mueca de dolor. Gwirdyon la retiró y la acercó a la cara del herido y le acarició.
- Pobre Esdaleon, has estado haciéndote el valiente para que yo no me preocupara, y resulta que estás mucho peor de lo que todos creíamos. Debemos encontrar algo que te cure. -concluyó Gwirdyon. Miró a Isilya y le preguntó.- ¿qué necesita?
Isilya se encogió de hombros. No tenía idea de qué le ocurría al guerrero. Tuilere abandonó el lugar y volvió al lado de su caballo y de Imdralis. Isilya también se acercó hasta su caballo para buscar su bolsa de medicinas. Gwirdyon se arrodilló al lado de Esdaleon para poder ver más de cerca la herida infectada. Por debajo de la morena piel vió como si algo se moviera torpemente.
- ¡Ven Isilya, creo que he visto algo! -Gritó Gwirdyon.
Isilya cogió su bolsa y corrió al lado de la semielfa. Se arrodilló y miró al punto del hombro que Gwirdyon le señalaba.
- Por Eru, pensé que esto no era más que una leyenda. Así que existen de verdad. -Levantó la cabeza y miró a Esdaleon con cara de preocupación. - Esdal, esto sí que te va a doler de verdad. ¡Walo, tráeme una botella de alcohol! No, si al final tendré que ir yo a buscarla.
Isilya se levantó y se dirigió hacia Tuilere. Gwirdyon se quedó pendiente de Esdaleon. Le acarició el pelo para relajarlo y le hizo mimos para consolarle, pues el dolor del hombro se le hacía insoportable. Esdaleon le miraba con angustia, pero no se quejaba. Él era un macho, no temía a nada, y mucho menos al dolor, aunque los mimos de una mano femenina siempre eran bien recibidos. Isilya volvió con una botella de alcohol entre las manos. Le dió de beber un buen trago a Esdaleon y esperó unos segundos a que hiciera efecto. Entonces de dentro de su bota sacó un cuchillo corvo y bien afilado. Gwirdyon la miró asustada.
_________________ "Caminé por las laderas pantanosas de Moscagua y no sufrí percance alguno, mas un día sin tu presencia puede marchitar mi frágil armadura interior"
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