Por varios minutos estuvo buscando algo de alimento, tratando de no alejarse demasiado del sitio en el cual se había despertado. Pero cuando daba unos pasos, el camino que había trazado, cambiaba metro a metro, cerrándose a sus espaldas, negándole el regreso, como si lo guiara una fuerza invisible.
Cuando comenzaba a desesperarse, se tropezó con un arbusto que contenía unas pequeñas bayas de color morado. Arrancó un puñado y con algo de temor, se las metió en la boca, pensando que podían ser venenosas. Pero cuando le llegó el sabor y vio que no le producía ningún síntoma extraño, salvo una renovación acelerada de la fuerza, peló prácticamente la pequeña planta y guardó las bayas en su alforja, ya que no necesitó comer más que ese puñado.
Caminó largo rato, siguiendo el sendero que lo guiaba en línea recta, que, por lo que dedujo, lo guiaba hacia las montañas. Solo veía al sol por entre las ramas de los altos arboles, que conformaban un perfecta galería.
De repente el camino se cortó en un pequeño arroyuelo, en el cual se acercaba un pequeño bote. Gilfimë espero a que pasara frente a el, para preguntar en que sitio se encontraba y para cambiar algo por comida. Los tripulantes del botecillo lo saludaron amistosamente y se dispusieron a ir hacia la orilla, aunque les costó bastante pelear contra la corriente. Se trataba de dos hobbits, de la rama de los fuertes, que iban de pesca. Muy amigablemente saludaron a Gilfimë:
- Buenos días, caballero, me llamo Spud, y el es mi hermano Sdup -arguyó el más inquieto de los medianos- es raro encontrar gente de su raza por estos parajes.
- Buenos días amigos, yo soy Gilfimë, hijo de Timdomë, y me preguntaba si vosotros podíais prestarme ayuda.
- Por supuesto caballero, pedid lo que necesiteis y lo que esté a nuestro alcance se lo daremos -dijo con tono marcial el pequeño Spud.
- Bueno, que…
- Tenéis hambre -interrumpieron al unísono los hermanos.
- Bueno sí, per… -alcanzó a decir Gilfimë.
- No se hable más, aquí tenéis pan fresco, unas lonjas de jamón curado y un trocito de queso.
_________________ Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
|