Fehn estaba acurrucado en un rincón del agujero en el que habían caído él y Ardealthal unos minutos antes. Los aullidos y ruidos que provenían de las fauces de los huargos le estaban asustando. Desde abajo no se veía lo que ocurría en el exterior, sólo se escuchaba a las bestias dando buena cuenta de los cuerpos putrefactos de los orcos recién muertos.
- ¿Es que esas bestian no guardan decoro ni por sus amos? ¡Se están comiendo a los orcos que los montaban! - Dijo Fehn con una expresión de asco en el rostro.
- No, Fehn, no. Para ellos sólo son comida. Los huargos respetan su pacto con los orcos mientras éstos están vivos, pero una vez muertos se convierten en alimento. - Ardealthal miró al asustado Fehn. - Cuídate de caer en sus garras.
- ¿Cómo vamos a salir de aquí? - Preguntó el aprendiz de montaraz.
- Pues usando la cabeza y manteniendo la calma. - Respondió el montaraz experimentado. - Cuando esas bestias hayan llenado su estómago, se cansarán de esperar y se irán, o caerán en alguna otra de las trampas que hay por aquí. Créeme, si salimos de aquí, me preocupa más lo que pueda haber ahí fuera preparado para los intrusos que esas alimañas.
Mientras tanto, dentro de la casa, Gasteizo y Histhel se habían acomodado y disfrutaban de una taza de te caliente y galletas recién sacadas del horno.
- Histhel, amiga mía, ¿todavía sigues con aquella búsqueda que te quitó el sueño durante tanto tiempo? - Preguntó Rána. Histhel sonrió y abrió su bolsa. Revolvió los objetos que había dentro hasta encontrar el papel que ya había sacado en otras ocasiones.
- Mira, ahora sí que me urge encontrarla. - Histhel le enseñó la imagen a la istari. Rána la tomó con sus dedos y la miró. Un gesto de sorpresa se dibujó en su rostro.
- ¡Vaya! Así que han puesto precio a su cabeza, o a la tuya, según se mire. Porque más de uno será incapaz de distinguiros. - Rána miró cuidadosamente el retrato en busca de detalles esclarecedores. - Seguro que a estas alturas hay algún caza recompensas siguiéndote los talones.
- No me extrañaría. El caso es que no sé cómo comunicarme con ella para que sepa que la estoy buscando.
Rána se levantó de la silla de mimbre y salió de la habitación. Gasteizo no salía de su asombro. Cogió el papel con la imagen que la istari había dejado sobre la silla y lo miró. Luego se volvió hacia Histhel sorprendido.
- ¡Eres tú! ¿Por qué te buscan, Histhel? - Preguntó Gasteizo con los ojos desorbitados.
- Ja, ja, ja, ja - Se rió la montaraz.- No, Gasteizo, no soy yo. Es mi hermana gemela. Se llama Grinsel. No sé por qué la buscan, y eso es lo que tengo que averiguar, además de dónde está.
- Ahora entiendo la reacción de aquella anciana tan simpática de la cabaña. Te confundió con ella. - Concluyó el hobbit. Histhel asintió con la cabeza. En ese momento volvió Rána con algo en las manos.
Histhel la miró con curiosidad. Era una sensación a la que estaba acostumbrada, pues con Rána las cosas nunca se hacían de una manera convencional. Se podía esperar de todo de la maga.
- Bien, y ¿a dónde te diriges... perdón ... os dirigís? - Preguntó Rána mirando fijamente a Gasteizo.
-...A... al sur - Contestó el hobbit dubitativo. Los ojos de la istari le miraban tan fijamente que le ponían nervioso.
- Comprenderás lo peligroso de mi situación, pues no puedo hablar con nadie, ya que me confundirían con ella y también me perseguirían, si es que no lo están haciendo ya. Sólo puedo confiar en la gente que conocéis la verdad, y no sois muchos. - Apuntó Histhel.
- Lo sé. Sé que tu situación es mucho más delicada de lo que parece. Pues tampoco puedes preguntar por tu hermana y así es más difícil seguirle el rastro. - Rána le mostró una de las cosas que había traído. - Toma esto. No es peligroso, pero te ayudará en alguna ocasión.
- ¿Qué es eso? - Preguntó Gasteizo intrigado.
- Es un silbato. Su sonido no es audible para las criaturas terrestres, pero sí para las águilas. Cuando lo uses, mi amigo Landroval, hermano de Gwaihir, Señor de los Vientos, responderá a tu llamada. Utilízalo sólo en casos de extrema necesidad, pues las águilas de las Montañas Nubladas son nobles y grandes aliadas, pero no gustan de perder su tiempo y energías con banalidades.
- Gracias Rána - Histhel cogió el silbato entre sus manos y lo miró. Luego miró a la istari con agradecimiento. - Me será de gran utilidad, seguro.
- Bien, también os he traído algo de ropa. Unas capas más densas que esas que lleváis, pues en la zona donde os dirigís son frecuentes las tormentas de viento, pues es una zona un tanto desértica. - Rána acercó las capas a sus invitados. Se volvió y enseñó otro objeto. - Toma esta daga. Aparentemente parece una daga normal y corriente. En realidad lo es, si no se distinguiera por su procedencia. Fue forjada por los elfos sindar de los bosques de Eryn Vorn.
- ¿Eryn Vorn? - Repitió Gasteizo.
- Si, amigo, así lo llaman en la lengua sindarin. Significa bosque oscuro o negro.
- ¡Ah, el bosque oscuro! Eso está cerca de La Comarca. Alguien me contó que ese bosque quedó destruido en la guerra de Sauron contra los elfos.
- Te informaron bien. Eso ocurrió en la Segunda Edad, sobre el año 1693 y duró ocho años. Fue una horrible guerra, como todas. Los Eldar se vieron visiblemente disminuidos en número, y se rompió la alianza entre elfos y enanos.
- Y la Gran Peste, en la Tercera Edad, también arrasó el Bosque Negro hace muchos, muchos años. - Apuntó Histhel.- En la Tercera Edad, hacia el 1636. Duró un par de años, pero fue devastadora.
- En la Comarca se le llamó la Plaga Negra. Supongo que se referían a lo mismo. - Histhel y Ràna asintieron con la cabeza. Unos momentos de silencio se adueñaron del salón. Aquella conversación le había traído muchos recuerdos a la Istari.
- Perdí a muchos amigos en la guerra de los Eldar contra Sauron, y de los que sobrevivieron, una buena parte se fueron con la peste. - Rána se sirvió otra taza de té. - Histhel, amiga mía, tened mucho cuidado. Vais a tierras peligrosas, donde los enemigos a menudo no son vistos por la luz del día.
- Lo tendré en cuenta.
_________________ "Caminé por las laderas pantanosas de Moscagua y no sufrí percance alguno, mas un día sin tu presencia puede marchitar mi frágil armadura interior"
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