Palan i orni,
palan i eleni,
palan i neni,
enyaluvatye essenya,
óma amilotya,
ranku melissot,ya
henu seldotya.
Enyaluvatye lalaie
sa aurë i eldar tultaiente nin Níratan
El canto de Turcanár los puso a todos súbitamente tristes.
Su voz le pareció a Níratan preciosa y su forma de tocar una pequeña arpa la propia de un maestro. Sin embargo, a su alrededor, no parecían estar muy impresionados.
-¿Entiendes lo que ha dicho el canto? -Le preguntó Anarsel.
- No -confesó él- Nunca había conocido a un elfo.
- Y si los conociste hablaban en sindar. Las palabras de Turcanár son de la Alta Lengua. El canto es para tí y dice:
Más allá de los árboles,
Más allá de las estrellas,
Más allá de las aguas,
Recordarás tu nombre,
la voz de tu madre,
los brazos de tu amada,
los ojos de tu hijo.
Recordarás riendo
que un día los elfos te llamaron Níratan.
El hombre miró a la Sanadora.
- No lo entiendo... el canto dice cosas hermosas...¿Por qué os entristeceís?
La sanadora respondió.
- En situaciones así quien componía un canto, quien lo entonaba, era nuestro Señor, Macalaurë... o su Hija, la Aranel a quien buscamos... Nuestras heridas están recientes y los recuerdos nos embargan...
No pudieron terminar la conversación. El sonido de un cuerno los alertó.
Níratan no podía creer lo que veía:
De pronto aquellos elfos amables que cuidaban de él se plantaron brillantes cascos rematados en rojos penachos y empuñaron espadas y lanzas impresionantes. Níratan quedó en el interior de un círculo con las sanadoras y las mujeres y oensó que si no estuviera con ellos el miedo ante gentes tan imponentes lo llevaría a huír sin ni tan solo presentar batalla.
Al aire flotaron orgullosos estandartes con una estrella envuelta en llamas.
- Un grupo se acerca -Le dijo Anarsel.
Níratan no oía nada.
No veía nada.
Pero, efectivamente, poco más tarde, apareció un grupo heterogéneo, de gentes montadas y otros a pie.
Pocos iban armados.
Nárendur se puso al frente de los Noldor.
Del otro grupo salió un elfo de rubias trenzas, probablemente Sindar.
Las miradas de ambos se encontraron.
- Mae gobannen -saludó el que llegaba- Me llamo Aldarendil, soy de Doriath. Mi grupo está compuesto de elfos y hombres, vamos al Este... Si lo permitís caminaremos con vosotros.
Nárendur saludó con un leve movimiento de cabeza escrutando el grupo
- Antes de decirte que si o que no tengo preguntas que hacerte. Quiero saber si viaja con vosotros una Noldo pelirroja.
- No. No hay noldorin entre nosotros. -Respondió.
Nárendur endureció el rostro. En las caras de los niños que acompañaban a Aldarendil había miedo. Muchos de ellos lloraban.
- La siguiente pregunta que quiero hacerte -prosiguió imperturbable- es si la has visto, o si has oído de ella.
- No. No hemos oído nada de una elfa así. Lo siento. Y ahora dime, quien eres tu y dime también si aceptaís nuestra compañía. -Se atrevió a preguntar el Sinda no sin algo de desafío. No le gustaba el tono duro del Noldo.
El caballo de Nárendur se encabritó, como si notara los nervios del amo. Éste lo dominó.
- Hablas con Nárendur, de la estirpe de Nárion. Soy fiel a la Casa de Fëanor y buscamos a la Elfa de quien te hablo, descendiente de nuestros Príncipes, bisnieta de Finwë, heredera de Fëanor. Podeis seguirnos, si lo deseais pero no aminoraremos nuestro ritmo de viaje por nadie. ¿Entendido? Quien no sea capaz de seguirnos quedará atrás.
Aldarendil aceptó con una mueca áspera. No le gustaba nada aquel elfo, pero aún podían quedar orcos dispersos o lobos, o traidores, y las defensas de aquel grupo les podían venir muy bien.
_________________ Saludos desde Eregion.
Náriel, hija de Maglor, nieta de Fëanor
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