Isilya abrió los ojos de par en par. Cuando Tuilere se fue lo pasó muy mal, pues se habían hecho muy amigas, y vio cómo sufrió la elfa de cabellos cortos con la muerte de la familia de Lassemalinë. Le pareció un poco precipitada su marcha, pero luego comprendió que en ese momento era lo que debía hacer. Tuilere e Isilya se fundieron en un abrazo. Gwirdyon esperaba impaciente su turno para abrazar a la recién llegada. Muchas cosas habían ocurrido en su ausencia y no sabía si tendrían tiempo suficiente para relatárselas todas. Por fin Tuilere reparó en la semilefa y le dedicó una de sus sonrisas más expresivas. De repente fue como si el sol se hubiera colado dentro de la posada y los iluminara a todos.
Enumanus miraba a todos con cierto reparo. Continuamente le estaban recordando parte de su pasado. Hacía un momento el altercado con Esdaleon, y antes, en el palacio de Imrahil, sus pensamientos también le habían jugado una mala pasada. Por lo que él podía recordar, Imdralis había desaparecido justo antes de la aparición del orco que secuestró a parte del grupo. Y justo antes de su desaparición, Esdaleon le había descubierto al grupo como un traidor. El humano había estado atando cabos, y la idea que Imdralis podía seguir teniendo de él era la de un enemigo. Y si había puesto al corriente a su padre de todo lo sucedido, también le habría puesto al corriente de su supuesta traición. Todas estas ideas bullían en su cabeza y le hacían tanto daño como las pesadillas que hasta hacía bien poco había tenido todas las noches. Enumanus había estado mirando de reojo a Imrahil, como si esperara que de un momento a otro mandara aparecer unos guardias que le apresaran. Su mirada era la de una fiera enjaulada. Isilya se dio cuenta del nerviosismo de Enumanus y le pasó la mano sobre el dorso de la suya para calmarle. Enumanus se había estremeció al notar su tacto.
- Pobre Imrahil, - Interrumpió Isilya, haciendo volver a Enumanus de sus pensamientos.- Estaba deseando celebrar la vuelta de su hijo y le hemos dejado con las ganas. Incluso había ordenado preparar las mesas para nosotros. Pero eso sí, cuando se ha ofrecido a darnos cualquier cosas que necesitáramos, yo no he perdido el tiempo.
- No, casi tenemos que sacarte a rastras de la farmacia - exclamó Esdaleon.
- Si, es cierto, - Apoyó Gwirdyon, - cuando hemos entrado a buscarte tenías cara de extasiada.
- ¿Y qué había dentro? - Preguntó Tuilere intrigada- ¡Cuenta, cuenta!
- Cuando la doncella me ha acompañado hasta la apoteka, no me imaginaba ni en sueños lo que iba a encontrar allí. - Isilya tomó un trago para continuar con la historia.- cuando traspasé la puerta, mis ojos grises se perdieron entre tantos y tantos botes de hierbas medicinales que durante años, primero Imrahil y luego Imdralis, habían estado guardando con sumo cuidado y esmero.
- Ja ja, apuesto a que estaba todo ordenado alfabéticamente - Bromeó Esdaleon.- Como si lo viera.
- Pues sí, lo estaba. -Continuó Isilya.- Os juro que mi corazón dio un vuelco. Podía pasarme toda la vida allí, mirando botes y tarros y recetas copiadas en pergaminos y perfectamente ordenadas alfabéticamente. Aquello era como un paraíso.
- El bueno de Imdralis, además de culto es ordenado y metódico. - Dijo Enumanus. Todos le miraron y sonrieron. Levantaron sus jarras y las unieron en el centro de la mesa.
-¡POR IMDRALIS!- Brindaron todos y bebieron a la salud de su amigo.
- ¿Y pudiste coger todo lo que quisiste? - Preguntó Gwirdyon.
- Si, claro. Todo estaba al alcance de mi mano, y podía disponer libremente de todas las plantas que quisiera. La doncella me preparó unos saquitos de cuero para que colocara en su interior los puñados de hierbas y los pudiera conservar mejor.
- Estoy rememorando la carita de Isilya en la farmacia y era igualita a la tuya en la sala de armas. - Dijo Gwirdyon señalando a Esdaleon.- Parecías un niño en un puesto de juguetes.
Todos rieron, excepto Esdaleon, que se sintió avergonzado. Enumanus se levantó y se dirigió a la barra para pedir más pan. Walo también se levantó para pedir más cerveza. En ese momento Walo se dirigió a él.
- Vamos, amigo, me debes unas cuantas copas a cuenta de las botellitas que tomaste prestadas el otro día de mi bolsa.
- Walo, dime una cosa - contestó Enumanus - ¿por qué a pesar de todo lo que dijo Esdaleon de mí, y a pesar de la fe ciega que tienes en él, me defendiste y has demostrado siempre confiar en mí?
- Pues,... - Walo se encogió de hombros e hizo una mueca.- No sé. No tengo recuerdos, mi memoria se borró hace mucho tiempo, y desde entonces he tenido que sobrevivir guiándome por mi instinto. No recuerdo si alguien es de fiar o no, mi instinto me dice si lo es o no lo es. Y mi instinto me dijo desde el primer momento que podía confiar en tí. Anda, vamos a por unas cervezas.
Enumanus sonrió y le pasó el brazo por el hombro a Walo. Era la primera vez en su vida que tenía un amigo de verdad. Aquella sensación le sumergió en una especie de burbuja, aislándole de toda la amargura a la que estaba acostumbrado. En ese momento comenzó a entender un montón de cosas que antes no comprendía. Encontró sentido a la extraña atracción que Isilya demostraba tener hacia él, y a la aversión que Gwirdyon nunca había ocultado hacia su persona. Walo e Isilya se dejaban llevar por sus impulsos y por su instinto. Esdaleon y Gwirdyon sólo veían lo que creían ver. Y aún así, con métodos distintos, todos ellos habían sobrevivido a acontecimientos históricos desastrosos. Empezó a valorar mucho más a aquel anciano a quien todo le daba igual mientras hubiera buena cerveza por medio, y se juró a sí mismo que no permitiría que nada malo le ocurriera a su recién descubierto amigo. Ambos volvieron a la mesa con el pan y la cerveza.
- Tuilere, estás muy callada, nosotros no hemos parado de hablar y tú apenas nos has contado nada de lo que te ocurrió desde que nos dejaste. Queremos saber qué ocurrió con Lassemalinë y qué has hecho en todo este tiempo. - Le dijo Isilya y le sonrió. Tuilere cambió el rostro alegre por otro más sombrío. La tristeza volvió a su rostro y se quedó muda, pues no sabía por donde empezar.
- No importa, ya nos lo contarás mientras vamos en el barco. - Contestó Gwirdyon, intentando hacer ese momento un poco menos tenso.
_________________ "Caminé por las laderas pantanosas de Moscagua y no sufrí percance alguno, mas un día sin tu presencia puede marchitar mi frágil armadura interior"
Última edición por Gwirdyon el Mié Jul 11, 2007 11:51 am, editado 1 vez en total
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