Bob había entrado en el almacén nada más los gallos empezaron a cantarle al nuevo día para llenar la alacena de la cocina. Sin embargo, a penas había dado unos pasos cuando, para su sorpresa, alguien lo cogió por detrás tapándole la boca. Entonces se percató de los bultos esparcidos por el suelo del almacén y, sobretodo, en la pared del fondo.
- Tranquilo, muchacho. Soy yo - dijo Enumanus; Bob pareció tranquilizarse, pero aún se aferraba al brazo del hombre, por lo que éste no lo soltó -. Se que esto es algo extraño, pero no temas - dijo Enumanus; el hobbit asintió, como haciendo que comprendía -. Ahora te soltaré, y no grites, por favor.
Enumanus dejó libre a Bob, quien se apartó de un salto; pero no emitió sonido alguno. Se quedó parado observando todo a su alrededor mientras Enumanus se levantaba y cerraba la puerta.
- ¿Pero qué ha pasado aquí? - preguntó el hobbit alarmado pero sin alzar la voz - ¿Que es todo esto?
- Es largo de contar, Bob...
- ¿Qué hora es? - dijo de pronto Llumdelest mientras se despereaba - ¡Oh! Buenos días.
- Buenos días, Llum.
- Buenos días, señorita Llumdelest. Y está a punto de salir el sol.
- ¡Bob! ¿Qué haces aquí? - preguntó la mujer.
- Lo mismo podría preguntarle a usted - contestó el hobbit, claramente molesto, cruzándose de brazos.
- Uhm. Has dicho que está saliendo el sol, ¿no? ¿Puedes hacernos un favor? - dijo Llumdelest, levantándose de un salto.
- Cla... claro, pero...
- Ve a por Ithilien, que venga aquí. Y Baldor, si ha llegado ya. Y... - Llumdelest recogió la ropa sucia de Taeron - Será mejor que te deshagas de esto.
- ¡Cielo bendito! ¿Pero que es?
- Quémalo; está sucio y huele demasiado mal. Luego ve a por Ithilien y te lo explicaremos.
La débil luz se colaba por unos pequeños tragaluces en el almacén, pero no era suficiente para iluminar la estancia al completo. Sin embargo, Taeron podía adivinar que había un par de figuras delante suyo. El agua le chorreaba por la cara y los cabellos. Sólo llevaba los calzones, y le dolía la mano y la nariz. No hacía precisamente calor a primera hora de la mañana, a pesar de estar en un sitio resguardado, y temblaba de frío, sobretodo ahora que estaba todo empapado.
- ¡Buenos días! - dijo una alegre voz que le resultó familiar.
Taeron sacudió la cabeza, hasta que sus oscuros cabellos le dejaron ver con más claridad a un ser menudo con un cubo.
- Grrr eres tú... Bonita manera de despertar a la gente - dijo malhumorado -. ¿Dónde está mi ropa?
- Gracias. Y tu ropa estará ardiendo, pero no te preocupes: no te vamos a dejar en paños menores.
- Tanta amabilidad me sorprende... - dijo Taeron sarcásticamente, mas alguien le arrojó más agua - ¡Maldita sea! ¡Ya basta!
- No maldigas tanto - esta vez, fue la voz de un hombre; Taeron se quedó mirando y vio a otra figura, más alta que la mujer, con otro cubo en las manos -, y deberías estar agradecido que cayeras en manos de Llumdelest e Ithilien - dijo señalando con un gesto de cabeza a la mujer menuda y a otra persona al lado de la puerta -. Si hubiera sido por mi, te habría colgado de un árbol.
- Je... Cuanta amenaza - y en seguida se arrepintió de lo que había dicho, pues Llumdelest le arrojó más agua - ¡¿Pero se puede saber quien os ha ordenado hacer esto?!
- Ha sido idea mia - dijo Llumdelest con tono alegre -, ¿verdad que soy genial? Además, ya te hacía falta un baño.
- Yo no tengo la culpa de que me tiraran a un estercolero...
- ¡Anda! Por eso olías tan mal... - Llumdelest le hizo una señal a Enumanus y éste terminó de arrojarle el agua que quedaba en el cubo, con lo que Taeron maldijo de nuevo - Vamos, no te pases. Ya hemos terminado; sólo era para quitarte los restos de jabón.
"¿Jabón?", pensó Taeron; entonces fue cuando se dio cuenta de que ya no apestaba. Alzó la vista y vio cómo la mujer y la persona del fondo intercambiaban unas palabras. No estaba seguro del todo, pero le pareció que la tal Ithilien era la elfa de anoche, la que había confundido con la ladrona.
Mientras la auriga le tapaba el cuerpo con unas toallas y comprobaba que la mano herida no estaba empapada, entró alguien en el almacén, aún más pequeño que Llumdelest, cargado con un fardo de ropa.
Bob, después que la mujer, Ithilien y Enumanus le contaran lo que había pasado, accedió a ayudarles, aunque no de buena gana; era demasiado desconfiado con la gente, y le daba la impresión que Taeron era de la peor calaña.
PD: mi anterior post era un OFF Topic, así que no vale
