Aspecto:
Mi nombre es Utummo, hijo de Lurgo. 200 años es mi edad. Enano de porte orgulloso soy yo. Mi barba, que me llena de orgullo, es de color castaño, al igual que mi pelo y mis cejas, que por tanto son un tanto gruesas. Descendiente de una familia de guerreros enanos, mi complexión es robusta. No tengo mucha barriga, pero algo si que sobresalta. De temple enfadadizo, aunque siempre acepto un saludo de amistad, y no tengo ningún inconveniente en reirme cuando la ocasión lo merece en estos tiempos en los que los Hombres, te miran con aire de extrañado. Visto una fina cota hecha de mithril, el material más duro que he visto en mi vida. Porto un yelmo en las batallas, de plata. En cuya forma, reposa un dragón. Mi tez es morena, como los de la mayoría de mi familia. De ojos profundos y desafiantes, soy. No es mi intención intimadar forastero, pero a veces, mi descrpición puede intimidar, y si me ves te puedes asustar. No mido ni mas ni menos que un enano. Mis manos, son fuertes y grandes, estupendas para el manejo del hacha y para el oficio de herrero, al que últimamante, me estoy aficionando. La única característica que me diferencia, y por la cual me reconoceras, forastero, es una cicatriz y me cachete izquierdo, de esta ya os contaré la historia. A veces, me entra la vena nostálgica, y me encontrareis paseando por los bosques, meditando o perdido en mis propios pensamientos. No me gusta mucho los licores, ni nada por el estilo. Solo una buena pinta, que sin duda, es mi perdición en esta posada.
Historia:
Nacido en el "Reino bajo la Montaña", me crié entre dobles y mandobles. De familia guerrera, pronto me acostumbre a tener un arma entre mis robustas manos. Cuando mi cuerpo, hubo madurado lo suficiente, partí de Erebor, del que casi no tengo ningún recuerdo. Después de vagar por las Tierras Salvajes (nombre que le doy a las Tierras más allá de las fronteras de Erebor), me decidí por ir a Moria. Puesto que me habían llegado rumores, de que Balin, había entrado en la famosa Mina.
Cuando llegué allí, la baba se me caía, oh, altos sus muros, y bellos sus pilares. La maravilla del mundo septentrional. La señora de todas las Minas. Nunca se desvanecerá de mi mente, aquel día de verano, en el que llegué a los aposentos de Balin, en Moria. De mi estancia en Moria os contaré, que todo fue con regularidad. Un día, fui mandado, a una larga expedición, a buscar consejo de los enanos de Erebor. Cuando salía de la Mina, fui atacado por un grupo de orcos, ¿qué harían allí?. Al principio, no me preocupe por la Mina, puesto que teníamos no grandes defensas, pero si rudos guerreros, que darían su vida por salvar la Mina. Al principio, viaje camino de Erebor, pero luego, acontecimientos extraños me hicieron perder el rumbo, hasta llegar a las fronteras de la Comarca. Por lo que nunca conseguí terminar la misión. Durante largos años, viví a la sombra de un miedo que no alcanzaba a comprender. Pero los días pasaban, y yo pasaba al igual que ellos de la Mina. Hasta que un día, después de haber visto una actuación muy rara en la posada de Mantecona (vi a un hobbit desaparecer), partí hacia las viejas Minas. Esta vez, el camino fue difícil, no me digné a coger por el camino, además de que otras rutas llegaban más rápido. Pero no fue así, criaturas un tanto extrañas, se toparon en mi camino. Vi elfos, demasiados, iban en cabalgata, por lo que supuse que iban al puerto. Cuando llegué a Moria, habían pasado varios años desde mi partida. Pero ahora que me daba cuenta, el lugar donde la puerta se encontraba no estaba en mi memoria, así que tonto me fui del lugar. A la espera de noticias, vagué desde Rhovanion, hasta Gondor. Encontré peleas entre hombres y orcos, pero mis pensamientos, no estaban centrados en Sauron ni nada de ese rollo, en verdad, no estaba de parte de nadie. Siempre iba encapuchado, puesto que un miedo, y prácticamente el luto, estaban sobre mi. Busque consejo, pero no me fue dado, así que mi vida, en aquellos años, transcurrió de manera nerviosa. Pasaron los años, y me encontré a algunos enanos, que iban de camino, a lo que después pasó a llamarse Aglaron. El reino de Gimli hijo de Gloin. Escuché extrañas historias, de como había luchado ante la puerta Negra etc...
Cuando llegué a Aglarond, mis dudas sobre Moria, fueron disuadidas por el mismo Gimli, que me dio la trágica noticia. Después de esto, estuve algunos años viviendo en Aglaron. Ayudé en la construcción de Aglarond, forjando de día, y montando guarda de noche. Ahora que estoy de viaje, me hospedo en esta humilde posada, en la que creo que encontraré compañeros para el viaje.
Habilidades:
El manejo del hacha revanando cabezas, es una de habilidad.
El manejo de los hornos enanos, es otra habilidad.
El manejo de la pipa, con la que fumo hierba hobbit, y llego ha hacer figuras, es otra habilidad
El contar cuentos en la posada, sobre orcos y humanos, enanos y elfos, es otra habilidad.
Puede que esta sea mi peor habilidad, puesto que puedo beber cervezas sin parar, jaja.
Armas:
Un hacha, a la que llamo, Señora de la Rosa. Legado de mi padre, y que se encontraba, en las cámaras de Erebor. Ha esta le tengo mucho cariño, puesto que ni volví a ver a mi familia, por lo que crea un vínculo materno, que me hace sentir bien. Una daga, de considerable tamaño, que no llega a ser espada, que la tengo para necesidades óptimas. Y aunque esto no sea un arma, una pipa, tallada por mi, en mis momentos nostálgicos...
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