Pero nadie esperaba tras las arbóreas formas. Tan sólo un niño, de pie en medio del camino, tras la curva...
El caballo, pateaba nervioso el suelo, y espumeaba por la boca, aquel niño, en aquél paraje inhóspito, era lo último que hubiese esperado ver. Faladan, que así se llamaba el jinete, desmontó de su caballo, y con temor reverencial, incluso se había llevado la mano a la empuñadura de su espada, se acercó a la criatura. Se detuvo a una distancia prudenete del niño, y lo observó atentamente.
El niño debía tener unos 7 años, el pelo largo y castaño le caía sobre los ojos, lo cual dificultaba apreciar cómo eran. Su tez era pálida pero presentaba arañazos y diversas manchas de barro. Su ropa, desgastada y rota, daba la impresión de que aquel niño había pasado sus últimos dos meses viviendo como una alimaña del bosque. Sus uñas, sucias y rotas por varios sitios, así lo demostraban. Faladan hubiese apostado su caballo a que aquel niño se había criadoen aquellas colinas, lejos del alcance de hombres, medianos y elfos.
"Sin duda, - pensó Faladan - esto va a entorpecer mi misón. No puedo dejarlo aquí a merced de cualquiera, aunque se diría que ha sabido cuidarse bien.... me pregunto si sabrá pronunciar alguna palabra..."
- Hola, chico, ¿te encuentras bien? - preguntó el hombre, dirigiéndose al niño. Pero éste permaneció inmutable. Faladan avanzó unos pasos hacia él, cuando de repente, se abalanzó sobre él, con una furia inusitada y por fin pudo apreciar los ojos del niño, unos ojos que jamás olvidaría mientras viviera...
A duras penas, consiguió reducir a la pequeña bestia, y con ayuda de una cuerda, le ató de manos y pies, y subiéndolo a la grupa de su caballo, se dirigió de nuevo hacia su destino, la ciudad de Bree. Allí tal vez encontraría un lugar donde supieran qué hacer con esa bestezuela.
_________________ «Ilya i harya essë ná» (Todo lo que tiene nombre existe)
«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: he visto atacar a balrogs en llamas más allá de Eregion; he visto rayos de Ithildin brillar en la oscuridad cerca de las puertas de Moria... Todos esos momentos se perderán como lágrimas en el Anduin. Es hora de morir.»
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