En Minas Tirith, en altas horas de la noche, cuando la luna está en los más alto del cielo. Una figura, alta y robusta, corría por las desiertas calles de la ciudad. La figura, iba encapuchada y vestía con una raída capa de montaraz. De repente, la figura, llegó a una de las blancas casas que había en la ciudadela. El encapuchado, golpeó la puerta con los nudillos. Pasado largo tiempo, la puerta, se abrió, con un estridente crujido, detrás de la puerta, apareció, un hombre, con cara de malas pulgas. El hombre que había abierto la puerta dijo:
-¿Qué quieres a estas horas?
-Se que eres armero, he venido a hablarte, sobre un arma, que creo que te interesará -contestó el encapuchado.
El armero, como si hubiera adivinado, de lo que hablaba el encapuchado:
-Entra, hace frío en la calle -susurró el armero, como si quisiera que nadie les escuchase.
El encapuchado entró en la casa quitándose la capucha, y dejando salir al exterior, su largo cabellos oscuro. Este hombre, era Atorg, era un montaraz, aparentemente de unos dos metros de altura, su semblante, era serio e intimidante.
El montaraz se sentó en una de las silla, mientras el armero, le servía una bebida de color verdoso.
El armero, era un hombre de unos cuarenta años, con arrugas marcadas, su pelo era largo, de color negro, pero con algunas canas, debidos a su ya larga vida, su nombre, era Aramen, pero le decían El Forjador Negro, pues años antes, había forjado, armas para el Bando de Sauron. Pero se humilló delante de un gran número de personas, ante el Rey, implorándole su perdón.
-Se, que hace tiempo, forjaste para el Enemigo, varias armas de gran poder, en las que se depositó, el poco poder, de los antiguos sirvientes de Sauron, por eso te propongo, que inicies conmigo una misión, en la que buscaremos esas armas.
El armero al escuchar estas palabras, se estremeció, más tarde dijo:
-Pero… ¿cómo las encontraremos?
-Tranquilo, están enterradas, en el lugar, donde antes había estado la torre de Barad-Dhûr. Se que esta misión es peligrosa, pues todavía, orcos y otras criaturas oscuras habitan en Mordor.
El armero, ante tal respuesta dijo:
-Me siento responsable de esas armas, iré contigo.
El montaraz, puso cara de satisfacción, luego dijo:
-Mañana mismo partimos.
_________________ ¡¡¡Por Rohan!!!
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