Aspecto:
Tengo los ojos azules y mis cabellos son negros como el carbón y siempre van sueltos en honor a la libertad de las personas y los animales.
Historia:
Soy una elfa de Rivendell, los orcos mataron a mi madre que acompañaba a la señora Celebrían. Desde aquello me dediqué a entrenar con el arco y la espada. Estuve años vagando por las montañas.
Cuando se acercó la Guerra del Anillo, sentí la necesidad de ayudar en Osgiliath y un nazgul estuvo a punto de matarme si no fuera por la puntería de mi arco y la valentía de Eriade.
Eriade, de aquella, era un elfo perteneciente al ejército de Faramir, el único de ellos. Él fue quién me acompañó en mi viaje a partir de aquella batalla.
Después de la guerra, pasé un tiempo con los enanos, pero su comida no era de mi agrado (necesitaba volver a probar las lembas élficas) así que volví a Rivendell. Aquello estaba desierto, eso retorció mi corazón, y para refugiarme de esos sentimientos, fui a Fangorn. Allí, aprendí la lengua del los Ents. Pero no solía utilizarla, era muy complicado y demasiado cansado hablarla.
Entonces empecé a volcar mi vida en Eriade, nos casamos, pero no tuvimos hijos. Al cabo de pocos años, Eriade zarpó hacia Valinor y yo me volví a quedar sola.
Por eso, después de una larga travesía, sin sentido apenas, estoy aquí. Buscando el consuelo de las frías y húmedas paredes de piedra. Si pudiera, ahora mismo estaría encarcelada; aunque bien visto, ya lo estoy, encarcelada de tristeza, miedo, dolor y furia. Mi corazón es de piedra.
Habilidades:
Tengo el poder de la premonición y soy capaz de levitar.
Tengo una sutileza increible con el arco y más aún con Orion, mi espada.
Armas:
Llevo en mi cinturón a mi espada Orion y una daga que había sido de mi madre.
No falta sobre mi espalda, mi arco y algún cuchillo élfico. Aunque antes tenía más cuchillos, los he ido perdiendo en las batallas.
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