Aspecto:
como cualquier Dúnadan, parecido a Aragorn (pero más guapo)
Historia:
entre los montaraces del Norte había un hombre de gran valía, su nombre era Ohtardae. Había resultado vencedor en incontables escaramuzas contra orcos y trolls. sin embargo, su deseo de adquirir habilidades no era saciado con ninguna de las batallas que hasta entonces había librado. Vagó entonces por las Tierras Brunas buscando el progreso lejos de su hogar.
Un día, alejandose demasiado hacia el Este, llegó hasta un mar y allí a la orilla encontro una barca de madera gris con un sol y una luna a los lados. El montaraz cruzó las aguas pero cuando llegó a tierra e intentó adentrarse en el bosque que allí lindaba se encontró con una espada amenazando su cuello.
-¿Quién sois y que haceis en mi bosque?-le preguntó el elfo que portaba la espada.
el desconocido atacante era alto y sus ropajes tenían el justo color verde con el que podía desvanecerse entre los árboles y la maleza si se alejaba unos pocos pasos. Su morena y larga melena le colgaba a la espalda y sobre uno de sus hombros, las orejas picudas resaltaban entre sus cabellos y su penetrantre mirada desvelaba siglos de sabiduría. La espada que sostenía con la mano derecha era ligeramente curbada en la hoja hacia arriba y en la empuñadura hacia abajo, sin duda había sido forjada por unas manos élficas hábiles y expertas.
-Mi nombre es Ohtardae y he venido cruzando ese mar en el que nunca había estado.
-Es posible, pero los hombres de estas tierras son malvados ¿eres tu diferente?-
-Muy diferente, aunque no podría decir lo mismo de alguien que tiene una espada en mi cuello-
Justo después de terminar la frase, Ohtardae desenvainó su espada echandose ligeramente hacia atras y apartando la del atacante. comenzaron entonces una lucha en la que el elfo llevaba ventaja, giraba la espada como si no la estuviera agarrando y se anticipaba a los movimientos del montaraz atacando acto seguido con otro giro de su espada curva. Finalmente, el Señor del Bosque optó por terminar con aquella escaramuza con un experto movimiento que Ohtardae no pudo eludir, apartó con fuerza la espada del hombre hacia arriba, giró sobre sus talones golpeando la pierna de su oponente y derribandolo con la empuñadura y se alzó sobre él poniéndole de nuevo la espada en el cuello y pisándole el brazo con el que esgrimía su arma.
-Luchas bien, pero te aferras demasiado a tu espada. ¿quién eres en verdad?-preguntó el vencedor.
-Soy un montaraz del Norte, un Dúnadan-
-Podías haber empezado por ahí-dijo el elfo mientras envainaba su espada- Mi nombre es Curukambë y soy el Señor de Rhûn.-
Aquel fué el principio de una gran amistad, Ohtardae se quedó en aquel profundo y fascinante boque y adoptó el nombre de Halatir. Curukambë era lo que siempre había buscado, le instruyó en el arte de la guerra y le enseñó miles de cosas haciéndole cada vez más sabio y poderoso.
Un día, Curukambë lo llevó al Poney Pisador, en el que no había estado antes por ser un vigilante en los limites de Angmar. Allí conoció a Arwien, una hermosa elfa a quien curó de graves heridas y con la que comparte aventuras.
Habilidades:
Gran luchador y gran conocedor del medio que le rodea, ademas de ser un rastreador magnifico por su condicion de Dúnadan.
Armas:
espada, arco y Daga de Rhûn
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